Wednesday, July 24, 2013

Drop in classes (clases madre-hijo): la mejor opción para tener plan y estimularse juntos

Además de los indoor playgrounds y alternativas que os contaba, que siempre vienen bien para pasar las mañanas calentitos y entretenidos cuando hace frío, la mejor opción para que las mañanas de cualquier estación sean estimulantes y genuinamente divertidas para ambos (la mamá o el papá y el enano o enana) son las clases madre-hijo (les pongo este título porque creo que en España se llaman así, prometo que yo no les hubiera puesto ese nombre tan poco políticamente correcto) o drop in classes, como las llaman aquí, en oposición a las drop off. Se trata básicamente de clases para niños muy pequeñitos, a partir normalmente de los 6 meses de edad y hasta los 3 años más o menos, a las que se acude en familia, esto es, en las que el niño no se queda solito con sus profes en ningún momento sino que está durante toda la clase acompañado por el adulto que haya acudido con él. Y no se trata solamente de acompañar a tu hijo: se trata, sobre todo, de participar en la clase y convertirse uno en la fuente principal de aprendizaje y diversión del enano, pero además sin demasiado esfuerzo, ya que el o la profe es quien se encarga de  proporcionar las ideas y el material.
La mayoría son genuinamente divertidas para el adulto, de verdad. Y suelen estar muy bien pensadas para niños tan pequeños, en el sentido de que no se suele esperar de ellos que sigan instrucciones o aprendan contenidos concretos, sólo faltaba. En realidad lo único que ocurre en estas clases es que se les proporcionan a los niños instrumentos o aparatos que sirvan de juguetes, ideas para jugar con ellos y la oportunidad de ver muchos adultos haciendo cosas divertidas a la vez. La gimnasia, la música o el arte son meras excusas, y eso es lo que hace que estas clases funcionen. Sé que hay gente que piensa diferente, pero no es mi caso. Yo esperaba de estas clases, y es lo que podéis por tanto esperar vosotros también de las que aquí os propongo (al menos de las que recomiendo por experiencia propia, claro está), entretenimiento para los dos y más oportunidades de interacción con el enano de las que yo era capaz de generar sola. Eso sí, resultan bastante caras, como todo lo demás en esta ciudad. Todas rondan los 25 dólares/hora (aunque se pagan por semestres enteros, en uno o dos pagos)

Las opciones más recomendables en Park Slope o de relativamente fácil acceso desde allí son:

-Kidville (Union street en Park Slope, aunque tienen varias franquicias más repartidas por la ciudad, una de ellas en Carroll Gardens): en este centro, además de la mejor alternativa al preschool para dosañeros que yo he sido capaz de encontrar, ofrecen drop in clases de todo tipo para niños desde los pocos meses de edad hasta los 5 años: gimnasia (mucho mejor planteada que ninguna de las otras dos opciones que recojo en esta página, aunque sea sólo porque las instalaciones, aunque en un espacio más pequeño, resultan mucho más divertidas para los enanos), música, pintura, baile... sólo he probado las dos primeras (Rockin' Railroad en el primer caso), pero las dos las recomiendo efusivamente. Lo que decíamos: los peques disfrutan de verdad y los adultos...pues también. Un truco para probar diferentes clases antes de matricularse de todas es que cuando uno falta a una sesión, sea por la causa que sea, tiene derecho a recuperar una hora en el centro (esta política es común a todos los centros que recojo en esta página), pero, en el caso de Kidville, esta hora puede corresponder a cualquiera de los cursos que ofrecen, de manera que uno tiene la oportunidad de probarlos y sobre todo de observar cómo reacciona su hijo/a antes de elegir el siguiente.

-The Little gym: situado en Brooklyn Heights (pero muy accesible desde Park Slope en tren -a Jay Street o Borough Hall- o en autobús -B61 y B63-), The Little Gym es otra opción de clase de gimnasia que recomiendo encarecidamente. Aunque me gustó más la de Kidville, como las mañanas son muchas (todas las clases de todos los centros, sin excepción, tienen lugar una vez a la semana, en sesiones de unos 45 minutos), Mateo y yo seguimos acudiendo a The Little Gym hasta el final de nuestra instancia, porque allí también se lo pasaba estupendamente. El local es increíble, con mucho espacio, luz y aparatos adaptados, y la clase era todo lo libre que mi hijo necesitaba (insisto que si lo que queréis son clases con algo más de disciplina, yo no tengo demasiada experiencia, porque no eran lo que buscaba, aunque si buscáis más abajo en el apartado de clases que no he probado os puedo facilitar alguna pista): baile en grupo, juegos con aros o pañuelos, tiempo libre de juego por el gimnasio, pelotas, pompas...

-Hootenanny Art House: en un local mucho más modesto (una pequeña aula vacía con una acogedora moqueta) tiene lugar la mejor clase de música de todo Park Slope. Se llama Music Together, y consiste en hacer música, cantar y bailar junto con nuestros bebés. Sí, esta clase funciona desde que tienen seis meses y hasta quizá los dos años y medio, sin que uno sepa muy bien por qué. Sobre todo si es la de Pete (la única que conozco, pero creedme, asistí 6 o 7 trimestres seguidos y no se me ocurrió en ningún momento probar otro profe en alguno de ellos): él sabe como hipnotizarlos y hacerles bailar y aporrear tambores desde que son minúsculos. También tienen clases de arte que tienen muy buena fama, pero nunca las probé por la falta total de interés que mi hijo mostraba hacia las manualidades en general. Si a vuestros hijos les interesa yo no dudaría en probarlas. Aunque hay varios profes de todas las clases la escuela la dirigen el propio Pete y Kira, su mujer, quien está a cargo de muchas de las clases de arte. Son un matrimonio encantador, con mucha carisma como profes y comprometidos con la ciudad y el barrio. Si uno forma parte de la escuela como alumno pasa a formar parte de una comunidad que no sólo limita su actrividad a las clases. Organizan fiestas y todo tipo de eventos los fines de semana para acudir en familia, muchas veces con fines benéficos. Una joya de sitio para conseguir hacerse un huequito en el barrio, vaya.

Y ahora vamos con el resto de la oferta de clases de este tipo por el barrio que conozco y os describo para que cotilleéis, pero que no puedo recomendar por no haber asistido a ninguna personalmente:

- Powerplay: aunque no conozco de primera mano estas clases de gimnasia os puedo decir que están muy bien equipados y que se trata de una opción que busca un grado mucho mayor de disciplina en los niños que aquellas por las que yo me decanté (en las cuales era del todo inexistente, vaya), y como para gustos colores, siempre está bien comentarlo. Se encuentra en el mismo establecimiento que una de las mejores zonas de juego interiores de los que os hablaba en la entrada correspondiente.

-Brooklyn Arts Exchange: este centro de danza que reúne clases para todas las edades, el trabajo de profesionales y performances en vivo de todo tipo tiene muy buena fama en el barrio, y cuenta con clases de movimiento y gimnasia para los más pequeños. Tenéis toda la información aquí


-Artscetera: en este centro situado en Cobble Hill se imparten clases de música desde el nacimiento y arte desde los 20 meses. También ofrecen la opción de ir simplemente a jugar durante una hora. Pinchad en este link para obtener toda la información.

-YMCA (calle 9 en Park Slope, aunque hay otro justo al lado de The Little Gym, en Atlantic avenue en Brooklyn Heights): en estos centros se imparten un montón de clases para compartir con los enanos (gimnasia, movimiento, arte, teatro, juego dirigido...tenéis toda la lista aquí). Aunque hay que ser socio para poder acudir a cualquiera de ellas, con la cuota mensual (unos 80 dólares al mes) se obtiene el derecho a acudir a muchas (la mayoría), así como a utilizar las piscinas interiores todo el año y la zona de juego con monitores (pero sin padres, ojo) hasta hora y media al día (en esta lista figura como "child watch").


Friday, March 22, 2013

Y a veces, además, nieva...así que tened preparado el trineo

Y no me refiero a que caigan copos durante tres cuartos de hora, como en España, que también pasa de vez en cuando, claro. Me refiero a que, además y más de vez en cuando, cae una de esas nevadas propiamente dichas que no solamente cubren todo el suelo de la ciudad, sino que, evidentemente, también lo hace del de sus enormes parques... y hala. De pronto, en pleno invierno, el que se tenga más a mano se convierte en el plan estrella del día siguiente. Todo el mundo está allí (todos los que tienen hijos, pero también los que no, así que es casi mejor que no caiga en fin de semana, os lo aseguro). Y vosotros no vais a ser los que os lo perdáis, claro.

Y, como os aventuraba en el título del post, sí, la actividad más codiciada los días de nieve es lanzarse en trineo. Aprovechando las mejores  para ello, niños y no tan niños organizan verdaderas pero rápidas colas para deslizarse ladera abajo. El problema es que, si la nevada te pilla desprevenido, puedes encontrarte en pleno parque de atracciones sin saber explicarle a tu hijo por qué él no tiene trineo como los demás. Así que si vais a pasar un invierno completo en Nueva York (un par de buenas nevadas están aseguradas al año, al menos mientras el cambio climático lo permita), hacedme caso y preparaos para la ocasión, que llegará de buen seguro sin avisar:

-Compraos un trineo, claro, que ninguno de los que merece la pena comprar si es para tan pocas ocasiones cuesta más de 15 dólares, conque eso, que la merece. Los baratos, los idóneos para principiantes como nosotros, son básicamente de dos tipos: los de plástico y los hinchables. Los de plástico los he visto en todos lados, aunque que ahora mismo recuerde están el Target de Atlantic,  las tiendas de bricolaje de Court Street (en Brooklyn Heights) y  la juguetería de la séptima avenida con Carroll, una con pinta de todo a cien. Los hinchables sólo se los he visto a la gente, y tienen pinta de venderlos en sitios con cosas de esquí, aunque seguro que en Amazon los tienen (algún día debería escribir una entrada sobre el tema, aunque me da pereza hacerles publicidad. En este país hay muchísimas cosas que sólo venden en Amazon, o al menos que todo el mundo compra allí, es increíble). En fin, que me voy del tema. Los hinchables se parecen a las colchonetas de la playa en su tamaño, aunque tienen asas para agarrarse. Son por tanto para más de una persona, idealmente adultos o niños mayores (aunque, como cae bastante más despacio que los otros, estos últimos suelen inclinarse por el plástico), pero mucha gente con niños muy pequeños lo que hace es tumbarse bocarriba con el niño encima. Como van despacito, suelen tener éxito con los bebés y unañeros. Los de plástico son, al menos la mayoría de los que la gente compra, de tres tipos a su vez: los que son para niños de hasta 3 años, con cinturón y cuerda para tirar de ellos; los tipo "plato", redondos con dos asas a los lados; y los tipo "barca", alargados, para dos personas, colocadas una detrás de la otra. La mayoría de la gente tiene uno de los dos últimos tipos, porque, aunque el crío sea muy pequeño, siempre te puedes tirar con eĺ. Pero la ventaja del primero es que hace posible la otra actividad favorita de los más enanos: ser arrastrados por papá o mamá por los caminos del parque, simplemente paseando, o cogiendo velocidad y llegando a derrapar por el mero placer de hacerlo. Nosotros compramos dos trineos, el de peques y el redondo, con la idea de usar este último nosotros (que esa es otra, si sólo compráis trineo para vuestros hijos os moriréis de envidia, os prevengo desde ya). Mateo al principio sólo quería ser arrastrado, le encantaba, nunca tenía bastante. Tirarse por la ladera le imponía mucho, y se negaba a bajar en su trineo él solo. Pero de pronto probó a bajar en el grande con uno de nosotros... así que resultó una buena decisión, porque para que el enano probara a hacer todo al final hicieron falta los dos. Si vuestro hijo o hija es más valiente que el mío igual con el de peques os basta, pero ya os digo que es una pasada poderles además llevar en trineo por el parque y dejar el carrito en casa.

-Llevadles al parque con pantalones y botas de nieve, para que no acaben tiritando empapados y convirtiéndose todo en una experiencia muy desagradable. Vosotros llevad botas también. Por si no os lo habéis planteado todavía, ya os digo ahora que no hablo de comprar todo esto como un gasto ad hoc para jugar en la nieve, sino que lo tendréis en casa si estáis pasando el invierno allí. Pensad que algunos días son tan fríos que es aconsejable hacerse con unas buenas botas y pantalones de nieve para los niños al principio del invierno de cualquier manera (este último tuvimos diez días seguidos con una máxima de -8, conque os aseguro que resultan muy útil, sobre todo para estar tranquilo si vuestro hijo o hija es de los que no se queja con el frío, como el mío).

-Buscad la ladera apropiada: no vale cualquier cuesta del parque para pasarlo realmente bien. Las laderas sin muchas ramas y con la inclinación perfecta no abundan, y, aunque son fáciles de reconocer si ha nevado mucho porque la gente se acumula en ellas, a veces, cuando la nieve no es tanta, el público escasea más, y si no se conocen de antemano puede resultar difícil hacerse a la idea de dónde puede deslizar bien un trineo. Aquí  tenéis una lista de sitios considerados perfectos para tirarse con el trineo en Brooklyn, si bien me gustaría añadir nuestro propio descubrimiento dentro de Prospect Park, que veo que no aparece en la lista: si entráis por la esquina de la calle 15 con Prospect Park West, y una vez dentro del parque cogéis el camino paralelo a Prospect Park Southwest, pronto llegaréis a una gran ladera, llena de gente si hay suficiente nieve, que es de lo mejor que hemos encontrado nosotros. Os adjunto una foto, para que la reconozcáis, aunque no tiene pérdida si seguís el camino que os decía. La foto es de un día de primavera en la apenas había trineos ni nieve, pero vale para que os hagáis a la idea.

Y básicamente eso es todo. Hacedme caso y preparaos: comprad vuestro/s trineo/s y esperad. Bueno, no, eso no es todo, claro: id dispuestos también a hacer el mejor muñeco de nieve de la historia, a tirárosla a la cabeza o incluso a construir castillos con ella (si vuestros hijos se divierten con la arena, llevad sus cubos y palas, con nieve todo es mucho más divertido). En alguna tienda he visto incluso un cubo para hacer ladrillos de nieve y poderte hacer tu propio igloo... y este invierno ha tenido mucho éxito entre los vecinos del parque. ¡Las opciones no se acaban nunca!

Thursday, January 24, 2013

Trucos para moverse por Nueva York en transporte público con niños en edad de carrito

Esta es una de las entradas que escribo motivada por el hecho de que me hubiera encantado saber todo lo que os voy a contar antes de llegar a esta ciudad, y no haberlo tenido que aprender a gritos y empujones. ¿Es accesible el transporte público? Si no lo es, ¿es siquiera posible viajar en el metro con un carro de niño? ¿Y aconsejable? ¿La gente lo hace? Y el autobús, ¿permite llevar los carros abiertos? Todas estas preguntas y otras seguramente de origen más humorístico-paranoide me las hacía antes de llegar aquí, porque de su respuesta dependían decisiones mucho más importantes. En Barcelona prácticamente todas las estaciones de metro tienen ascensor, y en los autobuses va todo el mundo con el carrito abierto y el niño dentro... y eso hace que resulte razonable, por ejemplo, embarcarse en actividades diarias que se encuentren a una cierta distancia de casa, así como plantearse otras más excepcionales a una ya considerable. Pues eso: decisiones  importantes. Y la cuestión es que se trata de una información que a nadie se le ocurre facilitar (al menos no en un sitio que yo lograra localizar en su día, que hace mucho que lo intenté). Ni siquiera en los libros para turistas con niños ni en la web de la MTA. Así que mirad, os cuento aquí mi experiencia y al menos así quedará plasmada en algún sitio.

El metro: sin duda, la mejor forma de moverse por esta ciudad. Es antiquísimo, y por tanto algo ruinoso en su aspecto, pero sorprendentemente eficiente. Al principio cuesta un poco acostumbrarse a cómo funciona (trenes exprés, trenes locales, muchas líneas por el mismo andén, algunas que cambian de recorrido los fines de semana...), así como a la frecuencia de algunas líneas locales (a veces en pleno día los trenes pasan con intervalos de 12 minutos), pero, una vez superado el choque cultural, se descubre una de las redes más rápidas y prácticas del mundo. De ahí que, para disfrutar esta ciudad y de todas sus posibilidades, resulte totalmente crucial tener un método propio de viajar en metro con los niños. La cuestión: dada la antigüedad de las infraestructuras prácticamente ninguna parada cuenta con ascensor. Ni con ayuda alguna para conseguir acceder al andén con todos los kilos que pesan el carrito y el niño juntos, vaya. Aunque la cosa no es tan grave como suena: la mayoría de las paradas se encuentran a escasos metros de profundidad, con lo que el problema se suele reducir a dos o tres tramos de escalera como máximo (en el caso de la estación que está más cerca de nuestra casa, sólo 1), ya que además, fuera de downtown Manhattan,  desde la calle se suele acceder directamente al andén, sin pasar por plantas intermedias (razón por la cual hay que asegurarse de meterse en la boca que corresponde a la dirección correcta, por cierto).

Pero vamos al grano: ¿cómo hace la gente para superar estos tramos, por pocos que sean? Bueno, en realidad no hay mucho que contar, básicamente cargar con los carros, aunque sí es interesante conocer varios trucos para hacer de esta inevitable carga una lo menos traumática posible:

- Prácticamente nadie usa capazos, hasta que el peso resulta excesivo todo el mundo lleva a los recién nacidos en mochilas.
-Cuando los críos se mantienen en pie se suelen comprar las típicas sillas que se cierran como un paraguas, pero no las duraderas como es costumbre en España sino las más ligeras, las que no tienen nada de nada, ni capota (cuestan 20 dólares en algunas tiendas de 99 cents, o en el Toys are Us, o en el Target). De esa manera se puede llevar al niño en brazos y la silla un poco colgando de una mano.
-Aún así, mucha gente lleva sillas más o menos pesadas y carga con ellas, evidentemente. Cuando es el caso lo que suelen hacer es buscar recorridos accesibles, que, aunque no son muy numerosos, los hay. A veces se pueden encontrar recorridos con ascensor simplemente viajando a paradas próximas a la que era nuestro destino, o realizando más transbordos, porque las paradas grandes que funcionan de intercambiadores, con muchas líneas, suelen tener. Esto es sobre todo útil cuando se viaja al centro de Manhattan, ya que allí sí hay tantas paradas con ascensor que es perfectamente posible viajar siempre a una. En la página de la MTA, en el buscador de itinerarios, se puede restringir la búsqueda a paradas accesibles.
-Un truco no ya para no cargar, pero sí para atravesar la zona de torniquetes con el carrito: la manera prevista es pedirle a la persona que esté en el quiosco de los billetes que abra la puerta de emergencia, una puerta que siempre está, pero que sólo se abre desde dentro y que hacen sonar una alarma de lo más desagradable mientras está abierta (pero que todo el mundo usa para salir del metro, de todas maneras). El problema es que no siempre existe tal persona (o el quiosco, siquiera), y que, cuando está, no suele ser ni mucho menos un derroche de simpatía y de ganas de ayudar, por no hablar de que, esté del humor que esté, te hará pasar la tarjeta y hacer girar el torniquete antes de abrirte, de manera que consiga ver que realmente lo haces en medio de lo que normalmente es una multitud (vaya, que la operación completa suele llevar en torno a los cinco minutos). Así que lo que yo y el resto del mundo hacemos es dejar a los peques en el carrito junto a la puerta, entrar con la tarjeta por el torniquete con normalidad y abrir nosotros ésta desde dentro, de prisa y sin mirar atrás, por si acaso al/la susodicho/a le apetece explicarnos por qué todo lo que acabamos de hacer es de todo punto innecesario, con lo bien pensado que está todo.

El autobús: aunque para largos recorridos los autobuses son completamente inútiles (caracteriza a sus conductores una sorprendente pachorra a la hora de gestionar el infernal tráfico de la ciudad y las originales ocurrencias de los pasajeros que los hace lentísimos y bastante impuntuales), si la distancia que se quiere recorrer es corta son de agradecer porque resultan mucho más accesibles que el metro, simplemente debido a la evidente ausencia de escaleras. De ahí que, como muchas de las actividades diarias que tenemos Mateo y yo no se desarrollan más allá de la frontera de Park Slope, mientras el uso del carrito era inevitable él y yo nos movíamos básicamente en autobús (que ésa es en realidad la acción imprescindible aquí: deshacerse del carrito en cuanto se pueda, y entonces volver al metro para todo, claro). Porque no, no es tampoco la opción perfecta para moverse con niños, y no sólo por su relativa ineficiencia: al subirse al autobús hay que sacar al crío, plegar el carro y llevar uno y otro en brazos, porque además no se puede dejar el primero en ningún sitio que estorbe. Todo facilidades, vamos :)

Los trucos para sobrellevar tales obstáculos son básicamente los mismos que para ir en metro: nadie lleva otro carro que no sean sillas plegables (los peques peques van en mochila), éstas suelen ser extremadamente pequeñas (posición oficial de las nannys de barrio en el 63: sentadas, piernas abiertas, silla plegada en una mano y entre ellas, niño en un muslo sujeto con la otra y comiendo galletas). Pero vaya, que, como decía en el caso del metro, siempre hay valientes que entran con un maxicosi y dejan al bebé al cuidado de algún extraño mientras colocan las ruedas donde pueden y pasan la tarjeta por la maquinita.

Y que no se me olvide: haceos las víctimas, o pedid directamente que os dejen el sitio, lo que os cueste menos. La solidaridad brilla bastante por su ausencia, y viajar con el niño en brazos y el carro en la mano es un auténtico infierno. Y otra cosa: si podéis evitar los asientos de delante, los que miran hacia dentro del autobús, mejor que mejor, porque aunque resultan cómodos están sobre un espacio reservado a gente en silla de ruedas, que sube con bastante asiduidad y le deja a uno, aunque en todo su derecho, abandonado a su suerte con todo el equipo en un autobús a reventar.

Así que hala, a disfrutar.



Wednesday, December 5, 2012

Piscinas públicas: lo mejor del verano en New York City puede convertirse en lo peor si no conoces las reglas del juego

El verano es probablemente la mejor época del año para tener críos en esta ciudad. No sólo prácticamente todas las zonas de columpios cuentan con alguna zona con agua para mojarse y jugar de manera más o menos sofisticada; además, y sobre todo, la ciudad cuenta con una red de piscinas públicas que deberían ser la envidia de cualquier estado de bienestar europeo: amplísimas, con zonas especiales para que los niños más pequeños puedan chapotear y jugar con chorros de agua de todos los tamaños y formas...y gratuitas.

Sí, gratuitas del todo, y eso hace que, aunque como ya decía su tamaño es ciertamente impresionante, casi siempre estén de gente hasta la bandera. Sí, casi siempre lo están, pero a pesar de ello cada uno cuenta con espacio de sobra y además la convivencia es impecable, en todo un verano de piscina casi diaria no nos hemos sentido nunca ni remotamente incomodados por nadie. Vaya, un paraíso comparado con cualquier piscina pública española de pago. ¿Y cómo lo logran? Ahí está el truco: estas piscinas son un auténtico lujo en pleno asfalto, pero se rigen por una serie de estrictísimas reglas que, si no se conocen con anterioridad, pueden convertir las primeras visitas en un auténtico fracaso (vaya, que lo más normal es que no se consiga ni acceder al recinto, llevándose uno a casa además la consabida bronca con el personal Parks&Recreation de la puerta,en general nada conocido por su amabilidad, pero en el caso de las piscinas aún menos por su flexibilidad).

Aquí os  dejo las más importantes para que os las estudiéis antes de llegar allí por primera vez (el texto íntegro se puede consultar aquí):

-Todo el mundo tiene que llevar un bañador en algún sitio (incluidos los niños de cualquier edad), ya sea puesto o en la mochila, y lo tendrá que enseñar antes de entrar al recinto. Nadie puede entrar bajo ninguna circunstancia a buscar a alguien, o simplemente a acompañar a los demás. Los bañadores tienen que ser tales, es decir, los de los chicos tienen que tener redecilla blanca, no pueden ser pantalones, por mucho que parezcan un bañador (a veces cuela, según las ganas que tenga el o la de la puerta, pero creedme, a veces no, es mejor no jugársela).

-Si uno va con niños que aún usan pañales tiene que llevar pañales especiales para el agua, los niños no se pueden bañar desnudos ni con pañales comunes. A veces te piden incluso que enseñes el recambio, conque conviene llevar más de uno. En el caso de estos bebés no sé si pondrían problema en que no llevaran además el bañador, pero yo nunca he visto ninguno que no lo lleve, yo por si acaso me llevaría uno.

-Uno tiene que OBLIGATORIAMENTE llevar un candado encima, y no uno pequeñito de los de cerrar el equipaje, sino uno grande, de los de cerrar armarios tipo consigna. Los más prácticos (y los que lleva todo el mundo) son los que llevan una rueda incorporada y se abren con contraseña, sin llave. Los venden en cualquier tienda de 99 cents, y los más baratos no pasan de los 3 dólares. Esta es la regla más rebuscada, porque si uno no la conoce con anterioridad es imposible que caiga en que le van a pedir tal cosa. Pero es así: en la puerta del recinto, cada día,hay que enseñar el candado, y quien no no lo lleva no puede entrar. La razón es que a los vestuarios se puede pasar con casi cualquier cosa, pero a la piscina en sí no, con prácticamente nada, de manera que uno tiene que dejar todas sus pertenencias en un armario del vestuario que cerrará con su propio candado.

-Como decía en el punto inmediatamente anterior, a la piscina en sí no se puede pasar más que con una toalla, el bañador, un gorro y las chanclas. No se pueden meter libros, ni el móvil, ni música, ni por supuesto artilugios para jugar en el agua de ningún tipo (ni siquiera manguitos ni flotador)... y no, tampoco la crema solar. Ya os digo que al principio resulta muy chocante lo extremas que parecen estas reglas: ¿cómo que no puedo pasar con la crema? (aunque con la crema en sí yo he visto mucha más flexibilidad que con cualquier otra cosa, yo me la daría antes, por si acaso). Pero creedme que cuando ves lo bien que se puede convivir con tantísima gente lo empiezas a entender. Si cada uno llevara todo lo que le gustaría llevar, sería imposible.

-Tema ropa: como decía justo antes, a la piscina hay que pasar en bañador... o con camiseta blanca. Es la única prenda de ropa que te dejan meter allí (bueno, y las camisetas típicas de nadar de los niños, las que protegen del sol, esas pueden ser de cualquier color porque se supone que forman parte del bañador). O sea, que si tu camiseta no es blanca quítatela y déjala en la taquilla del vestuario con el resto de tus cosas. Eso sí: si lo es, puedes incluso bañarte con ella :)

-Tema horario: abren a las 11 (tardísimo para los horarios propios de aquí, pero cómodo para los españoles) y cierran a las 7, o sea que en este sentido parece muy cabal... excepto por el hecho de que cierran al mediodía. Sí, cierran la piscina a pleno día, la vacían de gente y la vuelven a llenar, con la excusa de limpiarla, pero yo no me lo puedo creer. Alguna otra historia habrá detrás, no sé, es realmente surrealista. Cierran como de 2 a 4, ahora no lo encuentro por ningún sitio porque la temporada ha acabado, pero es algo así, conviene mirárselo antes. De todas maneras para los horarios españoles no es tan mal horario, es peor para los americanos, resulta gracioso lo incomprensible que les resulta este descanso. Y no me extraña.

-Tema días: los fines de semana las piscinas están considerablemente más llenas, tanto que nosotros no hemos intentado ir nunca más en sábado o domingo desde la primera vez que lo hicimos. Si podéis, evitad estos días. Si no, no lleguéis a las 11 ni a las 4, la cola es eterna. Mejor llegar a las 12 o a las 5 y entrar justo a esa hora que esperar allí y acabar entrando a la misma hora.

Y ya, creo que no me dejo nada. Bueno, quizá comentar que las que más cerca se encuentran de Park Slope son la de Red Hook y la de Sunset Park, pero que esta última no tiene parte de niños (antes la tenía, y por eso podréis encontrar información ambigua al respecto en internet. Creedme, ahora no la tiene) . Así que con menores de 5 años mejor probad la primera, sin dudar. Y hala. Cuando dejéis de flipar con el tema ( a mí me costó) compraos un candado y al agua patos, que merece la pena.










Wednesday, November 28, 2012

Los horarios: la mayor brecha cultural entre padres españoles y norteamericanos, qué duda cabe

Como no podía ser de otra manera, casi nada de lo que nos preocupaba cuando llegamos a esta ciudad resultó ser un problema, como ya he comentado más de una vez en entradas anteriores. Y, como también tenía que ser, otros  aspectos en los que no habíamos pensado una sola vez resultaron sorprendentemente complicados una vez aterrizados e instalados, algunos incluso consiguiendo llegar a nuestros días con parecida capacidad de complicación de la vida familiar. En este sentido, los horarios se llevan la palma.

Aunque a ver, pensándolo bien, sólo resultan especialmente estresantes durante los meses de frío, de noviembre a febrero. Las opciones al aire libre son tantas y tan completas que, durante los meses en que se puede estar en la calle, puede uno en realidad hacer el horario que le venga en gana, porque ni los parques ni los columpios cierran nunca. El problema llega con el invierno. Hace frío. E, incluso aunque no haga demasiado, a partir de principios de noviembre, con el cambio de hora, es completamente de noche antes de las cinco de la tarde. No se puede estar demasiado tiempo en la calle, pero los críos necesitan salir igual. Y este es el momento en que los horarios de esta ciudad, al menos en lo que actividades infantiles se refiere, empiezan a jugar un papel importante en la vida de la familia y en la necesidad de planificación de los padres.

Básicamente la dificultad es la siguiente: aquí la costumbre es salir de casa por la mañana, comer algo ligero donde se pueda y estar de vuelta en casa a eso de las cinco o las seis (en el caso de las familias con niños, claro). Los bebés, deduzco después de mucho observar durante todo este tiempo, o bien duermen la siesta en el carro por sistema o bien, si son de los que vuelven siempre a casa a comer, entonces ya no salen en toda la tarde hasta la primavera. Estoy generalizando, evidentemente, pero podéis creerme, la mayoría de la gente funciona así. Y, en consecuencia, los horarios de los negocios que ofrecen servicios de ocio infantil suelen tener un horario bastante surrealista desde el punto de vista del padre de bebé español, que hace su comida en casa y su siesta en la oscuridad de su habitación hasta las 3 o las 4, porque para después de esa hora ya no hay nada abierto. Nosotros al principio intentamos adelantarle a Mateo el horario de todo el día, y que durmiera la siesta a la hora que los críos de aquí, que la hacen más de 12,30 a 2,30, tampoco mucho antes que los nuestros. Pero  no funcionó, porque Mateo es de mucha siesta y se despertaba igualmente pasadas las 3, y hasta que llegábamos a cualquier sitio eran casi las 4 (la mayoría de los sitios funcionan, como mucho, hasta las 5). Pero sobre todo no funcionó porque íbamos siempre corriendo a todos lados, y tampoco era vida. Ya os digo que la diferencia entre nuestras costumbres y las americanas no es tanto de horarios de comidas y siestas en sí como de distribución de actividades en el día... ellos en invierno no salen dos veces de casa, no parten el día en dos. Es por eso que ponerse cabezota e intentar hacerlo uno resulta agotador.
Así que ahora hemos vuelto a comer juntos a eso de la una, que es una cosa que nos encanta hacer, y Mateo vuelve a dormir la siesta hasta las 4 o 4 y media. ¿Y qué hacemos por las tardes?
Pues a ver, ahora es cuando me dejo de rollos y voy a lo útil.

Lo que es imprescindible saber para organizarse y sobrevivir a los horarios de indoor playgrounds y demás espacios de ocio infantil es:

- Como decía, casi todos abren sólo por la mañana en lo que a vida de niño se refiere, porque cierran hacia las tres o las cuatro de la tarde (los horarios exactos los podéis consultar en los links que he ido poniendo en las entradas correspondientes a "cosas que hacer con niños cuando hace frío", a diario y los fines de semana). Por eso lo mejor es planificarse las mañanas y repartírselas entre los sitios que funcionen mejor con los peques, y asegurarse así de que salen al menos una vez al día. ¡Para quedarse en casa siempre están las tardes!

-Los museos de los niños (ver la entrada que os decía sobre planes para los fines de semana de frío) cuentan siempre con un día, a la semana o al mes, en que abren hasta tarde, casi siempre hasta las siete, con lo que planificando las visitas se pueden aprovechar todos estos días de horario excepcional. El Museo de los niños de Manhattan abre todos los sábados hasta esa hora, el de Brooklyn el tercer jueves de cada mes, y el de las artes cada jueves y viernes lo hace hasta las seis. Así que esas tardes concretas ya sabéis lo que hacemos...

-Los fines de semana casi todos los negocios que ofrecen juego libre en indoor playgrounds permanecen cerrados, aunque hay excepciones, sobre todo los sábados por la mañana (en general se trata de sitios donde también ofrecen clases para bebés y niños en edad preescolar, ya sea solos o acompañados, y que hacen horario y semana de escuela). Por eso os decía también lo de repartiros las mañanas de entre semana entre las actividades de este tipo que les gusten a vuestros hijos, porque los fines de semana hay poca cosa en plan sencillo, así que si no hace día de ir al parque (muchas mañanas de invierno sí los hace, la mayoría, no os asustéis) lo mejor es renunciar a la siesta e irse a pasar el día a uno de los grandes planes para niños que ofrece la ciudad.

-Los días festivos, como aquí son mucho menos masivamente seguidos que en España (cada persona hace unas fiestas diferentes, para resumirlo grosso modo), muchos de los sitios que cierran los fines de semana abren sin embargo estos días en su horario habitual, con lo que conviene llamar y preguntar antes que dar por hecho que uno de estos sitios estará cerrado.

-Los establecimientos con dirección de religión judía cierran el viernes por la tarde y el sábado entero, aunque los domingos suelen abrir hasta más tarde, otro dato que viene bien tener en cuenta para la planificación de las salidas. De los que yo he comentado en el post sobre cosas que hacer los fines de semana, el museo judío de los niños abre el domingo hasta las seis, y el Kids in Action lo hace todos los días hasta las siete (¡as en la manga!) excepto los viernes y los sábados, como decía.

-Y, por supuesto, siempre están todo el resto de opciones que os comentaba en los posts correspondientes, las que no viven de divertir a los críos pero sí nos dejan divertirlos allí...(las tiendas, hablando claro). ¡Estas abren casi todas hasta las siete de la tarde, incluidos los domingos!

Así que sí, siempre nos quedará un Barnes & Noble un martes de febrero si nuestro hijo o hija se niega a quedarse en casa por segunda tarde consecutiva... que no cunda el pánico.








Monday, July 2, 2012

Cosas que hacer fines de semana y vacaciones con niños cuando hace frío desde Park Slope

La semana pasada ya os hablé de un montón de opciones bajo techo que Mateo y yo hemos descubierto este invierno pasado más o menos cerca de casa, pero aquellas eran ideas para utilizar a diario, para sustituir en invierno el paseo matutino al parque (y digo matutino básicamente por lor horarios en que tiende a funcionar este tipo de sitios), sencillamente porque se trataba de recursos planteados con este objetivo, es decir, económicos  y sin mayor (aunque no pequeña) aspiración en cuanto a lo que ofrecen que sustituir los venerados columpios. Pero el invierno es muy largo, y no sólo necesita uno un "parque" resguardado al que poder acudir cada día; necesita saber qué hacer los fines de semana,las vacaciones, esos días que  toda la familia tiene tiempo y está dispuesta a gastar un poco más. Así que aquí va nuestra lista de planes de fin de semana, aún algo cortita, pero que espero crezca el invierno próximo. Seguiremos informando.

-Nuestro plan estrella, por elección de Mateo: El Children's Museum of Manhattan. En la página web no he conseguido encontrar fotos demasiado atractivas, pero básicamente es un indoor playground de 4 pisos con muchísimas cosas que hacer para niños de todas las edades. Los sábados abren hasta las siete, y encontrar un sitio que abra toda la tarde (la tarde española, claro está) no es tan sencillo, así que nosotros básicamente íbamos los sábados. Es carillo, 10 dólares por persona niños y adultos, pero un plan infalible para cualquier edad. Por 210 dólares puedes hacerte una family membership y no volver a pagar en un año; nosotros desde luego lo amortizamos. Hay toboganes, cosas que tocar, con que jugar... pero a lo grande. Merece la pena.


-Children's Museum, en Brooklyn: aunque a Mateo le gusta menos que el de Manhattan, a mí me da toda la impresión de que es una preferencia suya personal, ya que este sitio tiene también realmente de todo para los niños. Para los muy pequeños, mejor empezar la visita en el área reservada para ellos, a la izquierda del todo según se entra, hay que ir buscándola porque si no es fácil saltársela. El museo tiene todo tipo de escenarios para el juego simbólico, zonas para jugar con arena, con agua, actividades manuales... muy recomendable. Cuesta 7 dólares y medio por persona, y cierra a las 5. El tercer jueves de cada mes, sin embargo, es gratis, pero sobre todo...lo es de 4 a 7, abriendo excepcionalmente hasta esa hora!

- New York Hall of Science: este museo de la ciencia, situado en Queens, merece la pena para pasar todo el día. En invierno no está abierto el parque (una de las mayores atracciones para los más pequeños, parece ser), pero el museo es bastante grande y ofrece todo lo que ya sabemos los padres de los museos de la ciencia: interacción y sorpresas en los resultados que suelen tener bastante éxito incluso antes del año. De todas maneras, por si la parte general falla, el museo cuenta con un par de salas dedicadas a los menores de dos años que con Mateo supuseron un éxito total. Otro highlight: abren hasta las 6.

-Museo de historia natural de Nueva York: aunque es el plan superestrella para niños algo mayores (habitaciones y habitaciones de reproducciones y dioramas de todas las especies de animales que viven sobre la tierra, incluída la ya famosa gigantesca ballena azul), la verdad es que los críos de menos de 2 años no acaban de encontrar qué hacer, sobre todo los fines de semana, cuando el museo está tan lleno de gente que apenas pueden dar un paso ellos solos. Ahora, si tenéis niños mayores que eso no os lo perdáis, es una atracción turística de las mejores de la ciudad, y los niños parecen disfrutar muchísimo. Cierra a las 16,45 todo el año y cuesta 20 dólares por persona, así que lo mejor es ir a pasar el día. Los restaurantes no están nada mal.

- New York Aquarium: Aunque hay algunos animales que sólo se pueden ver estando al aire libre, la verdad es que son los menos y que la gran mayoría de cosas que hacer en el acuario se encuentran bajo techo. Se trata de un sitio fantástico para ir a pasar el día: tienen todos los animales marinos que los críos puedan tener ganas de ver, el personal es encantador y además se encuentra en pleno paseo marítimo de Coney Island, a pie de playa, de manera que aunque haga frío siempre se puede juguetear un poco con la arena al salir. Eso sí: aunque desde luego se trata de un estupendo plan de invierno, merece la pena volver con un clima un poco más benigno, ya que el show de los leones marinos es de lo mejorcito que ofrece el acuario (para todas las edades, Mateo quería verlo una y otra vez antes de cumplir los dos años, y no se trata de un niño que permanezca sentado fácilmente) y el anfiteatro donde tiene lugar el show sí se encuentra al aire libre. Sé que cuando llueve o nieva cancelan las actuaciones, pero la verdad es que lo que no sé es si el resto de los días de invierno tienen lugar o no, ya que este año el acuario se ha visto obligado a cerrar toda la estación fría debido a los daños sufridos en las instalaciones por el huracán Sandy.

- Jewish children's museum: este museo está orientado a dar a conocer la historia y doctrina judías, pero es, como los demás museos de niños, un gran indoor playground en el que lo pasan en grande. Quizá no tiene tantas "atracciones" como los dos grandes museos infantiles de la ciudad, pero Mateo lo pasó fenomenal en el supermercado de comida kosher (con carritos y cajas registradoras de juguete para usar libremente) y trepando por los decorados hechos sólo para ellos. Muy recomendable. Cuesta 10 dólares por persona, pero los menores de 2 años entran gratis. Cierra a las 4, pero el domingo lo hace a las 6.


-Fao Schwarz en la esquina sureste de Central Park y Toys r Us en Times Square: estas dos jugueterías, aunque no dan para pasar más de un par de horas, pueden resultar verdaderos parques de atracciones. La primera cuenta, como elemento estrella, con su famoso piano gigante (sí, el de Tom Hanks). La segunda con una noria que se extiende a lo alto lo que todos los pisos del edificio. Éxito seguro para una mañana o tarde.

-Kids in Action: un mini parque de atracciones bajo techo en pleno Brooklyn. Tiene una pequeña montaña rusa para niños, un tren, un mini circuito de karts...pero sobre todo una gigantesca estructura de toboganes para niños de todas las edades, desde bebés. Para ellos podréis encontrar una zona específica, piscina de bolas incluída. No abre los sábados, pues es una empresa judía religiosa, pero los domingos de lluvia o frío resulta el plan salvador (y abre hasta las 7 todos los días, ¡algo rarísimo en una opción infantil en esta ciudad y estupendo para los españoles!). Además no es caro, alrededor de 10 dólares por crío, adultos gratis. Dirección: 1149 McDonald Avenue.

- Klub for Kidz:  este indoor playground de Williamsburg en realidad está planteado más como tal, como primera opción de juego en invierno, para hacerse miembro y acudir muy frecuentemente. Sin embargo, dada la lejanía de mi domicilio (sobre todo en transporte público), nosotros sólo hemos acudido en ocasiones especiales. Además, el precio (20 dólares por sesión y niño) lo convierte en un sitio al que acudir sólo de vez en cuando si no se vive cerca, y por ello lo incluyo aquí. A pesar del precio, y de que cierran a las 6, es un sitio fenomenal para ir a pasar un par de horas, especialmente con niños pequeños, ya que la estructura de toboganes que tiene es estupenda para todas las edades. El local, bastante pequeñito, tiene esta estructura (con sitios para trepar, tubos en que meterse, toboganes comunes y cerrados), muchos juguetes por el suelo, una zona para practicar escalada para niños mayores de 3 años y una pequeña cafetería.

Más planes de fin de semana bajo techo, pero que aún no he probado:

- Children's Museum of the Arts:  dado que no lo hemos visitado nunca, no sé decir cual es la gracia de este sitio más allá de su completa oferta de talleres artísticos monitoreados, pero en todas las páginas web de padres lo definen como perfecto para niños desde los 12 meses de edad. Sé que se trata de una exposición de pinturas de niños de todo el mundo, pero altamente interactiva (esta interactividad es la quer no os puedo ayudar a concretar) y lo que os digo, acompañada de multitud de talleres espontáneos para pintar y esculpir. Abren hasta las 5 de lunes y miércoles, hasta las seis de jueves a domingo y cierran el martes.

- Lefferts Historic House, en Prospect Park. Se trata de una casita del siglo XVIII donde, pagando un módico precio de 3 dólares por adulto (y nada por los menores de 16), se puede jugar a vivir en aquella época, usando  los instrumentos y el mobiliario que tienen allí al efecto. Si la he añadido a esta lista y no a la de actividades más para el día a día es sobre todo porque los fines de semana ofrecen programas y talleres especiales. Además es una buena propuesta para cuando el tiempo mejora, ya que se puede completar la visita con las actividades de jardinería y granja que también ofrecen.

- The Gym Park: este gimnasio, planteado para que los más pequeños se lo pasen en grande, cuenta con horas de juego libre además de con clases para niños de todas las edades. La única razón por la que lo incluyo aquí y no en la lista de las cosas para hacer a diario es que se encuentra en Greenpoint, y quería respetar la lógica parkslopecentrista que dada mi experiencia inevitablemente tendrá el blog para que resulte coherente y más fácil de seguir. Desde esta parte de Brooklyn el paseo en metro es largo (desde mi casa lo mejor es pasar por Manhattan, conque...), con lo que las posibilidades de ir a clase allí o de acudir a jugar a diario son reducidas, pero creo que merecerá la pena acercarse de vez en cuando seguro (y es que, aunque este en concreto no lo hemos probado, Mateo encuentra en este tipo de sitios, desde muy muy pequeño, uno de los mayores praísos para el juego). El sábado abren de 10'30 a 12'30, y es cuando probaremos nosotros. Entre semana tienen el mismo horario, cerrando el martes, aunque conviene asegurarse antes de que este horario no ha cambiado porque se ve que varía mucho (estas que os digo son las horas de juego libre, que son en las que tienen vacío el gimnasio de las actividades).

- Bounce U: se trata de un compejo de castillos hinchables en los que saltar y saltar. Nosotros aún no hemos conseguido acercarnos ningún día porque tienen un atareado esquema semanal de fiestas de cumpleaños privadas, pero buscando las horas que tienen de juego libre (algunas especialmente dedicadas a los menores de dos años) y reservando antes plaza por teléfono no debería haber ningún problema. Está relativamente cerca de Park Slope, además, si vais hasta la 36 y cambiáis  a la N deben ser como 3 o 4 paradas.

- Sony Wonder Technology Lab; un espacio gratuito en el centro de Manhattan donde se puede jugar con la tecnología: diseñar videojuegos, manejar robots, editar programas de televisión. Como sabéis no lo hemos visitado todavía, sobre todo porque dudo que pueda resultar divertido a niños tan pequeños como Mateo (que mientras os escribo tiene ya dos años recién cumplidos), pero parece una opción interesante. Cierran los domingos, eso sí. Los demás días abren hasta las 5,30.

-Playspace NYC:  otro indoor playground algo lejano como para usar a diario desde Park Slope (está en Greenpoint), pero con muy buena pinta. Está especializado en bebés y toddlers, aunque ya os digo que no lo conocemos todavía. Abre de 9 a 6, así que puede resultar útil alguna tarde lluviosa de invierno. Cuesta 20 dólares por sesión y niño.

-Party Gym:  lo mismo que el anterior, un indoor playground con bastante buena pinta pero alejado del barrio, éste está en Coney Island. Dos puntos a su favor es que sólo cuesta 7 dólares por crío y que los martes abre hasta las 7, aunque uno en su contra es que sólo está abierto al público general los lunes, los martes y los jueves.


Ya os diré si descubro más cosas. Y, como siempre, completad toda esta oferta con todo lo que mommypoppins tiene que decir al respecto de los días de frío.










Monday, April 30, 2012

Cosas que hacer a diario con niños cuando hace frío en Park Slope

Llegamos a Nueva York el día 29 de Enero, esto es, en pleno invierno. Este hecho nos tenía algo acojonados, la verdad, previsto desde Barcelona: el famoso frío que puede llegar a hacer en esta ciudad, días más cortos que harían el cambio horario más difícil, falta de ideas sobre qué hacer con un niño pequeño cuando uno no puede ni soñar con ir a los columpios, obstáculo inconcebible en nigún momento del año en nuestra querida ciudad...vaya, que si hubiéramos podido evitarlo nos hubiéramos esperado a la primavera, qué duda cabe. Pero no podíamos, era entonces o nunca, así que compramos los abrigos más gordos que vendían a esas alturas en el Mediterráneo y hala, para acá que nos vinimos.
Ya podéis suponer: no fue para tanto, no fue para nada. No hacía demasiado frío (esto fue únicamente cuestión de suerte, las temperaturas batían records históricos) y Mateo no necesitó más sol del que ya había para ajustar su reloj interno... pero, sobre todo, había muchas cosas que hacer con niños para poder evitar pasar las mañanas al aire libre. Os explico a continuación, por si os veis en éstas.

Básicamente existen dos opciones (y hablo ahora de opciones viables para cada día, esto es, económicas y todas próximas entre sí, aunque añado algunas de otros barrios que conozco por casualidad por si alguien vive cerca. Evidentemente las opciones "indoors" con niños más excepcionales, esto es, para pasar un día festivo, por ejemplo, desplazándose y pagando bastante más, son innumerables. En otra entrada publicaré mis favoritas), que son:  lo que llaman "indoor playgrounds", que simplemente son habitaciones más o menos decoradas con un  montón de cosas para jugar (sobre todo juguetes, pero los hay también con toboganes, y hasta con rincones para pintar o utilizar plastilina) y que cobran por visita (alrededor de 10 dólares la hora, aunque la mayoría ofrecen la opción de comprar bonos de 10 visitas que suponen algún ahorro) y los sitios donde ofrecen clases madre-hijo, es decir, sitios donde un profe te guía en la lo que no será más que un rato con tu peque saltando o cantando, pero siempre con él (evidentemente la opción de llevarlo a la guardería existe desde que son muy pequeños, yo sólo me centro en lo que conozco, que son las opciones para estar con él bajo techo).

Respecto a los indoor playgrounds (las clases las trataré también en otra entrada aparte) en Park Slope, la zona que yo más controlo, tenéis, por orden de preferencia (os pongo también los días y horas de apertura porque a mí me costó mucho esfuerzo reunir toda esa información y concluir qué podía hacer cada día. Ya escribiré sobre el tema, pero antes que nada os diré que si vuestro hijo hace el horario estándar de bebé español, esto es, si duerme entre la 1 y las 3 o 4, sólo podréis ir por las mañanas):

- Power play , en el 432 de la 3a avenida (metro: 9th street-4th avenue). El favorito de mi hijo, porque tienen un tobogán de tubo estupendo y muchísimos juguetes, incluida una casita a tamaño natural. También tienen un apartado con arena donde cae otro tabogán. 10 dólares  dos horas. Abren todos los días entre semana de 10 a 13,30, y el sábado de 10 a 4.

-Congregation Beth Elohim, en Garfield Place con la 8a (metro: Grand Army Plaza). Es una sinagoga que tiene todo un edificio adyacente con todo tipo de actividades para la gente del barrio de cualquier cultura o credo. Ofrecen muchas clases que no he probado, pero también un drop-in center, que es lo mismo que os comentaba. En esto caso se trata de una habitación muy grande con muchísimos juguetes, libros y coches en que los niños pueden montar, así como mesas con rotuladores, témperas, play doh... está muy muy bien. 10 dólares la hora. Abren de martes a viernes de 9,15 a 12,15.

-Brooklyn Arts exchange, en el 421 de la 5a avenida (metro: 9th street-4th avenue): a Mateo no le gustaba demasiado, al menos al principio, pero porque él es muy poco sutil; yo veía a los demás niños encantados. Es una escuela de baile (no os puedo decir nada de las clases) que monta, lunes y viernes, una de las aulas con todo tipo de accesorios para jugar. No tienen juguetes tradicionales, pero sí cosas originales y de muchos colores que a muchos niños les encantan: pañuelos, pelotas, aros, instrumentos musicales, pequeñas tiendas de campaña...

-Brooklyn Public Library (Central Library), en Grand Army Plaza. Aunque encontraréis programas similares en cualquier biblioteca pública de la ciudad, yo sólo puedo recomendaros los de la Central de Brooklyn, ya que son los únicos a los que hemos asistido. Cada curso cambia, me imagino, pero por lo que he visto siempre hay programas para bebés y niños hasta los cinco años, separados por edades, y con acompañante. Cada día de la semana hay un programa diferente. Por ejemplo: este año para niños de la edad de mi hijo había una actividad los lunes a las 10 y otra los martes a las 11, ambas en sesiones de media hora. Los lunes abrían una salita que tienen con juguetes y disponíamos de tiempo para jugar libremente ("Toddler Story Play"), y los martes una trabajadora de la biblioteca contaba cuentos, cantaba canciones...("Toddler Time"). Duran poco tiempo, pero si se aprovecha para quedarse a leer cuentos en la biblioteca a la entrada o la salida, se echa la mañana bien a gusto, gratis y bajo techo. Se puede ir cuando se quiera, la entrada es libre hasta que se llene, no hay que inscribirse ni hay siempre los mismos niños ni nada parecido, aunque sí muchos asiduos. Conviene preguntar si hace falta coger ticket antes, porque para muchas actividades es así y en ese caso hay que estar allí con cierta antelación (no más de media hora) para tener sitio.

- En la Park Slope Library tienen programas parecidos, se encuentra en pleno centro del barrio (entre las paradas 9 street de la R y la de 7 Av de la F y la G) y es un sitio más acogedor para sentarse a leer, si bien tienen muchos menos libros y los horarios son mucho menos amplios.

- Barnes & Noble, en el 267 de la 7a avenida (metro: 7th avenue, 9th street-4th avenue). Se trata de una librería grande y comercial, sin mayor gracia, pero en la zona de niños se puede estar tranquilamente leyendo libros en el suelo (y tienen muchos, eh, da para todos los días que haga falta). Hay  muchos lugares acomodados para hacerlo, un parking de carritos e incluso unas mesas con piezas de Duplo para jugar. En otra tienda de la misma cadena, en Union Square, además de los libros y las piezas de Duplo cuentan con una maqueta para jugar con trenes que a mi hijo Mateo le priva absolutamente desde que no tenía los dos años. Está en Manhattan, pero en N o Q es realmente un momento llegar a Union. Merece la pena si se quiere cambiar un poco de actividad.

-The Community Bookstore, en el 143 de la 7ª avenida, es una librería donde, además de organizar eventos muy interesantes para adultos, disponen de un rinconcito superacogedor para leer cuentos a los niños. Muy recomendable, y tan a tiro desde el tren de Little Things que el plan doble resulta una de las combinaciones estrella para las tardes más frías.

- Little Things Toy Store, en la puerta contigua a The Community Bookstore (145 de la 7ª avenida), es una tienda de juguetes  donde  se puede estar un rato tranquilamente jugando con los juguetes expuestos (aquellos cuyo embalaje lo permita, claro está) sin que nadie se ponga nervioso (todo el mundo lo hace, es un poco lo especial que tiene la tienda). Antes tenían en la puerta una maqueta de trenes chulísima que hacía de la tienda el plan estrella de los días lluviosos de primavera (estaba fuera pero bajo techo), pero de momento ha desaparecido. Espero de verdad que se arrepientan de su decisión y la vuelvan a poner. Estaré al tanto y actualizaré la entrada si es el caso.


-Ikea de Brooklyn. Como la anterior recomendación, se trata como es evidente de una tienda y no de un sitio planificado para que los niños jueguen, de manera que no es  opción para cada día, pero sí otra muy buena salida en las tardes lluviosas. Por dos razones básicas: la zona con juguetes que tienen en la cafetería y el autobús gratuito que te lleva allí desde el metro de 9th street (10 minutos de trayecto).

- Supermercado Target, en el centro comercial de Atlantic-Pacific: en la planta de juguetes hay bastantes cosas con las que se puede jugar sin romper nada. No tienen nada concreto para que los niños jueguen, pero en una tarde dada de desesperación infantil por salir de casa siempre es una opción, sobre todo si hace mucho frío, porque se puede acceder a la tienda desde el metro sin siquiera salir a la calle.

-Kidville, The Little Gym: aunque cuentan con dos de los mejores indoor playgrounds de todo Park Slope, los sitúo en último lugar porque no se puede acceder a ellos libremente, sino que están reservados a los chavales que reciben clases allí (fuera del horario de clases, claro está). Para saber más sobre estas clases dirigíos aquí.

Más opciones de indoor playgrounds por el barrio, pero que no he probado:

-NY City Explorers , en el 186 de Underhill Avenue (metro: Grand Army Plaza). Éste aún no lo hemos probado, porque no tiene la posibilidad de ir días sueltos, el mínimo que se puede pagar es un bono de 10 visitas, a 90 dólares. Pero tiene muy buena pinta, podéis cotillear la web. Si el invierno que viene nos decidimos a ir algún día, que seguro que sí, os contaré los detalles.

-The Moxie Spot, en el 81 de Atlantic Avenue (metro: Court Street, Borough Hall). Es un restaurante que tiene una sala para jugar, donde aceptan niños aunque no se haya comido allí, pagando una entrada. Algunos días a la semana hay programas, como lectura de cuentos o canciones, y la gente va allí a propósito para ello (suelen ser en las horas centrales de la mañana, a eso de las 11). para niños más mayores hay actividades diversas, incluidos pases de cine, por las tardes. Ya os digo que nunca he ido, porque me pilla bastante a desmano (está  en Brooklyn Heights, en realidad), pero pinta muy bien. El espacio para jugar abre de lunes a viernes de 10 a 17,30.

-Honedew Drop , en el 1113 de Church Avenue. Es una guardería, pero abre su espacio para jugar libremente los sábados de 10 a 2 (o eso creo, porque cuesta bastante encontrarlo en internet, no es imposible que ya no ofrezcan ese servicio). Si vivís cerca no perdéis nada por preguntar.


-YMCA (calle 9 en Park Slope, aunque hay otro justo al lado de The Little Gym, en Atlantic avenue en Brooklyn Heights): estos centros cuentan con magníficas piscinas interiores a las que se puede acudir todo el año, no sólo a recibir clases de familiarización con el agua y natación para niños pequeños sino también a disfrutar de tiempo libre en familia en una zona destinada al efecto. Aunque hay que ser socio de la YMCA para poder acceder a la piscina (lo que sale a unos 80 dólares al mes), si ya lo fuerais porque acudáis a una de las muchas clases que allí se ofrecen, o si estáis considerando tal opción, merece la pena que sepáis que existen estos espacios.

¡Y ya!

(En esta lista de artículos encontraréis muchísimas más ideas para pasar los días de frío en esta gran ciudad. Guardad la dirección de la página entera, está dedicada a informar sobre todo lo que pasa en la ciudad dirigido a los niños, merece la pena).