Wednesday, November 28, 2012

Los horarios: la mayor brecha cultural entre padres españoles y norteamericanos, qué duda cabe

Como no podía ser de otra manera, casi nada de lo que nos preocupaba cuando llegamos a esta ciudad resultó ser un problema, como ya he comentado más de una vez en entradas anteriores. Y, como también tenía que ser, otros  aspectos en los que no habíamos pensado una sola vez resultaron sorprendentemente complicados una vez aterrizados e instalados, algunos incluso consiguiendo llegar a nuestros días con parecida capacidad de complicación de la vida familiar. En este sentido, los horarios se llevan la palma.

Aunque a ver, pensándolo bien, sólo resultan especialmente estresantes durante los meses de frío, de noviembre a febrero. Las opciones al aire libre son tantas y tan completas que, durante los meses en que se puede estar en la calle, puede uno en realidad hacer el horario que le venga en gana, porque ni los parques ni los columpios cierran nunca. El problema llega con el invierno. Hace frío. E, incluso aunque no haga demasiado, a partir de principios de noviembre, con el cambio de hora, es completamente de noche antes de las cinco de la tarde. No se puede estar demasiado tiempo en la calle, pero los críos necesitan salir igual. Y este es el momento en que los horarios de esta ciudad, al menos en lo que actividades infantiles se refiere, empiezan a jugar un papel importante en la vida de la familia y en la necesidad de planificación de los padres.

Básicamente la dificultad es la siguiente: aquí la costumbre es salir de casa por la mañana, comer algo ligero donde se pueda y estar de vuelta en casa a eso de las cinco o las seis (en el caso de las familias con niños, claro). Los bebés, deduzco después de mucho observar durante todo este tiempo, o bien duermen la siesta en el carro por sistema o bien, si son de los que vuelven siempre a casa a comer, entonces ya no salen en toda la tarde hasta la primavera. Estoy generalizando, evidentemente, pero podéis creerme, la mayoría de la gente funciona así. Y, en consecuencia, los horarios de los negocios que ofrecen servicios de ocio infantil suelen tener un horario bastante surrealista desde el punto de vista del padre de bebé español, que hace su comida en casa y su siesta en la oscuridad de su habitación hasta las 3 o las 4, porque para después de esa hora ya no hay nada abierto. Nosotros al principio intentamos adelantarle a Mateo el horario de todo el día, y que durmiera la siesta a la hora que los críos de aquí, que la hacen más de 12,30 a 2,30, tampoco mucho antes que los nuestros. Pero  no funcionó, porque Mateo es de mucha siesta y se despertaba igualmente pasadas las 3, y hasta que llegábamos a cualquier sitio eran casi las 4 (la mayoría de los sitios funcionan, como mucho, hasta las 5). Pero sobre todo no funcionó porque íbamos siempre corriendo a todos lados, y tampoco era vida. Ya os digo que la diferencia entre nuestras costumbres y las americanas no es tanto de horarios de comidas y siestas en sí como de distribución de actividades en el día... ellos en invierno no salen dos veces de casa, no parten el día en dos. Es por eso que ponerse cabezota e intentar hacerlo uno resulta agotador.
Así que ahora hemos vuelto a comer juntos a eso de la una, que es una cosa que nos encanta hacer, y Mateo vuelve a dormir la siesta hasta las 4 o 4 y media. ¿Y qué hacemos por las tardes?
Pues a ver, ahora es cuando me dejo de rollos y voy a lo útil.

Lo que es imprescindible saber para organizarse y sobrevivir a los horarios de indoor playgrounds y demás espacios de ocio infantil es:

- Como decía, casi todos abren sólo por la mañana en lo que a vida de niño se refiere, porque cierran hacia las tres o las cuatro de la tarde (los horarios exactos los podéis consultar en los links que he ido poniendo en las entradas correspondientes a "cosas que hacer con niños cuando hace frío", a diario y los fines de semana). Por eso lo mejor es planificarse las mañanas y repartírselas entre los sitios que funcionen mejor con los peques, y asegurarse así de que salen al menos una vez al día. ¡Para quedarse en casa siempre están las tardes!

-Los museos de los niños (ver la entrada que os decía sobre planes para los fines de semana de frío) cuentan siempre con un día, a la semana o al mes, en que abren hasta tarde, casi siempre hasta las siete, con lo que planificando las visitas se pueden aprovechar todos estos días de horario excepcional. El Museo de los niños de Manhattan abre todos los sábados hasta esa hora, el de Brooklyn el tercer jueves de cada mes, y el de las artes cada jueves y viernes lo hace hasta las seis. Así que esas tardes concretas ya sabéis lo que hacemos...

-Los fines de semana casi todos los negocios que ofrecen juego libre en indoor playgrounds permanecen cerrados, aunque hay excepciones, sobre todo los sábados por la mañana (en general se trata de sitios donde también ofrecen clases para bebés y niños en edad preescolar, ya sea solos o acompañados, y que hacen horario y semana de escuela). Por eso os decía también lo de repartiros las mañanas de entre semana entre las actividades de este tipo que les gusten a vuestros hijos, porque los fines de semana hay poca cosa en plan sencillo, así que si no hace día de ir al parque (muchas mañanas de invierno sí los hace, la mayoría, no os asustéis) lo mejor es renunciar a la siesta e irse a pasar el día a uno de los grandes planes para niños que ofrece la ciudad.

-Los días festivos, como aquí son mucho menos masivamente seguidos que en España (cada persona hace unas fiestas diferentes, para resumirlo grosso modo), muchos de los sitios que cierran los fines de semana abren sin embargo estos días en su horario habitual, con lo que conviene llamar y preguntar antes que dar por hecho que uno de estos sitios estará cerrado.

-Los establecimientos con dirección de religión judía cierran el viernes por la tarde y el sábado entero, aunque los domingos suelen abrir hasta más tarde, otro dato que viene bien tener en cuenta para la planificación de las salidas. De los que yo he comentado en el post sobre cosas que hacer los fines de semana, el museo judío de los niños abre el domingo hasta las seis, y el Kids in Action lo hace todos los días hasta las siete (¡as en la manga!) excepto los viernes y los sábados, como decía.

-Y, por supuesto, siempre están todo el resto de opciones que os comentaba en los posts correspondientes, las que no viven de divertir a los críos pero sí nos dejan divertirlos allí...(las tiendas, hablando claro). ¡Estas abren casi todas hasta las siete de la tarde, incluidos los domingos!

Así que sí, siempre nos quedará un Barnes & Noble un martes de febrero si nuestro hijo o hija se niega a quedarse en casa por segunda tarde consecutiva... que no cunda el pánico.