Friday, March 30, 2012

La primera semana: con un bebé en un hotel de Times Square mientras amueblamos el piso

Acabo de releer esta entrada y me veo obligada a avisar de antemano: ni pretendo publicitar ninguna de las cosas que nosotros usamos (ni en esta ni en ninguna otra entrada) ni  lo contrario, básicamente porque en la mayoría de las ocasiones ni siquiera puedo comparar. Sólo quiero contar cómo nos fue a nosotros con nuetsras elecciones, más o menos improvisadas, para que les sirvan a los demás. He dicho.


Aunque cuando llegamos a la ciudad el piso ya lo traíamos alquilado (mi chico había estado aquí un mes antes durante unos días para alquilar casi lo primero decente que encontrara, y es que sólo podíamos permitirnos estar una semana separados, por motivos laborales) evidentemente lo teníamos sin amueblar. El plan inicial era que Manolo volviera otra semana él solito para amueblar el piso, y así poder llegar aquí a casa puesta, para sumergir al niño en una nueva vida de hogar lo más rápidamente posible y que así acusara menos el cambio. Pero no pudimos. Después de la separación de la primera semana, con el niño llorando porque no podía tocar a papá através del skype, nos vimos todos incapaces de volvernos a separar tanto tiempo. Estamos muy mal acostumbrados, lo sabemos, pero si nos lo podemos permitir, para qué sufrir. Así que lo que hicimos al final, para evitar más separaciones familiares,  fue plantarnos en la ciudad con un hotel reservado para tres noches, que al final ampliamos a cinco. El plan era que un papi intentaría hacer una vida con el peque lo más normal posible desde el hotel mientras el otro pondría a punto el piso.
El hotel elegido fue el Double Tree Suites, en Times Square, por recomendación de la guía que tenemos para disfrutar Nueva York con niños. En temporada alta es bastante caro, pero en Enero no (consultad precios si estáis buscando hotel para ir con chaveles, merece la pena y fuera de temporada no resulta especialmente caro, al menos con el cambio dólar/euro de 2012), y realmente es ideal para viajar con niños tan pequeños. La primera razón por la que lo resulta es que las piezas son de dos habitaciones, algo imprescindible cuando los peques se van a dormir antes (o cuando los adultos tienen jet lag) y uno quiere aprovechar para cenar con su pareja o tirarse en el sillón a ver la tele sin molestar. La segunda es que incorporan una pequeña cocina, no con fuegos, pero sí con nevera, microhondas y cafetera, de manera que no tienes por qué depender de comer fuera al 100%. Por supuesto, además, te facilitan rápidamente y sin siquiera reservarlo antes cualquier artilugio que te haga falta para el enano: cuna, trona, lo que quieras.  En la habitación hay dos mesas de escritorio, una lo bastante grande, y con ruedas, para poder usarla de mesa de comedor, y simular cenas familiares. En fin, que para conseguir que el peque tuviera una especie de hogar transitorio la verdad es que el sitio resultó ideal. Además, se encuentra en pleno Times Square, que es una pasada, tanto por poder tener la experiencia de vivir allí en medio, aunque sea por unos días (Mateo se elvantaba y lo primero que hacía era asomarse por la ventana, mirar los rascacielos, mirar hacia abajo y decir "hola" a la gente, allá, pequeñita), como porque desde allí resulta muy fácil encontrar cosas que hacer con los enanos. Saliendo de Times Square todo Manhattan está a una distancia asumible: Central Park, como a un cuarto de hora andando, hacia el norte (además, llegas justo a la altura del parque para toddlers, que es súper chulo, tiene muuuuchos toboganes y muuuuchos columpios, además de elevaciones y suelos de materiales de todo tipo para explorar); el Museo de Ciencias Naturales, a 15 minutos en metro (un imprescindible para el viaje a NY con niños), el Museo de los niños de Manhattan, a 20... pues eso.
Una pega: hay wifi, pero tienes que pagarla por días (¡además pagas por cada ordenador que conectes!) 

Respecto a lo de amueblar el piso, nosotros usamos el  picking and delivery service del Ikea (Brooklyn), nuevamente un diez poara padres que pueden pasearse por allí y correr detras de sus hijos por los pasillos pero no pueden permitirse pasarse la tarde buscando cajas en el almacén y  argando muebles: tú les das la lista (nosotros la hicimos, de hecho, mirando en internet lo que tenían, y así no tienes que ir más que un ratito) de los muebles que quieres y ellos te los buscan y envían a casa. El ratito de estar allí es, además, un buen plan para ir con niños, no sólo porque cuentan con sus típicas instalaciones para que jueguen, sino porque además el de Brooklyn cuenta con una barca lanzadera gratuita para llegar que da mucho juego, siempre que haga bueno.

Friday, March 9, 2012

Vuelos largos y jet lag con bebés: cosas que antes dan mucho miedo y después no son para tanto

Claro que, como siempre,todo depende de cómo sea tu hijo y de la suerte que tengas con esos pequeños detalles que hacen un día arriesgado mucho más apacible o desapacible de lo normal, pero me gustaría empezar este blog desdramatizando dos de los obstáculos que pensar siquiera en los cuales a mí me producía más dolores de cabeza antes de dejar Barcelona: el vuelo de 9 horas y las 6 que existen de diferencia una vez llegáramos aquí.

Para que entendáis por qué me resultaba tan estresante, os diré que Mateo (que entonces tenía 19 meses) era el típico bebé que nunca había pasado un día entero en casa, ni siquiera cuando había estado enfermo. Ese nivel de actividad y de no conformarse con el mismo paisaje y las mismas cosas para jugar  le han caracterizado desde que nació. Os diré, también, que a lo que sí le hemos acostumbrado desde que tenía apenas 4 meses es a dormir siempre a la misma hora, día tras día, noche tras noche. Lo primero me hacía temer el vuelo. Lo segundo, que el cambio horario le desbaratara el patrón del sueño para siempre...sí, yo es que además siempre he sido un poco de dramatizar.

Pero, como no podía ser de otra manera, ni una cosa ni la otra resultaron lo que nos esperábamos. Creedme que, en cualquier caso, son el menor de vuestros problemas. Los niños también se dan cuenta de cuándo una situación es excepcional, y se adaptan a ella con mucho menos drama que el que nosotros esperamos de ellos.

Respecto al vuelo, os diré que las compañías aéreas, lo que hacen cuando viajas tantas horas con un bebé menor de dos años (nosotros volábamos con American Airlines, pero me consta que lo hacen en casi todas las compañías que hacen el mismo tipo de recorridos), es dejarte los tres asientos del medio, y en la primera fila, de uno de los compartimentos del avión, aunque no hayas pagado billete por el niño. De esa manera en realidad tiene un asiento para él, lo que da mucha libertad de movimiento, y además en primera fila cuentas con un poco más de sitio para que juegue en el suelo que de ir en cualquier otra. Si queréis llevar el asiento de coche para sentarle en el asiento extra (nosotros no lo llevamos porque ni imaginamos la posibilidad) tampoco creo que os digan que no, la verdad es que con el equipaje de mano, por excesivo que fuera, no tuvimos problema alguno. Si el niño pesa menos de 12 kilos, además, te instalan una cunita perfecta para que pueda dormir, allí mismo, en la primera fila. Mateo ya no cabía, pero se la pusieron de todas maneras, y pudo hacer un poco de siesta con los pies colgando por fuera. Mi consejo, después de hacer el trayecto, creo que sería que si el niño ya no cabe en la cuna os llevéis la sillita de coche, y la pongáis en el asiento que sobre. Eso sí: si el peque duerme mal si no está tumbado y es demasiado grande para la cunita, considerad la opción de pedir otra fila... porque la primera es la única donde no se levantan los reposabrazos, y eso os impedirá tumbarle sobre vosotros. Pierdes el poquito más de espacio, pero ganas la horizontalidad. Esa es básicamente la elección.

Respecto a las distracciones... si el niño es tan pequeño (o activo, no sé) como Mateo y no se distrae con nada que se haga sentado, la única solución es la tele. Pensad que es sólo durante un día, que no le va a pasar nada y llevad el portátil, la tableta, lo que tengáis, bien cargado de batería y con sus dibujos preferidos dentro. Llevad comida para picar, libros, sus juguetes favoritos... y mucha paciencia. No se hace tan largo como parece, si vas poniendo la tele cada vez que parece que la situación va a estallar, y con tanta comida y siesta como hacen los niños, en realidad se pasa en un ratito. Y sobre todo está lo que os decía, que los niños se dan cuenta de lo que hay, y se portan mucho mejor de lo que uno espera de ellos, creedme.

Respecto al jet lag, lo que yo os puedo decir de mi única experiencia con niños por el momento es que ellos se adaptan increíblemente más rápido que los adultos. Yo pensaba que viajar en esta dirección, con un niño tan pequeño, era la peor opción posible, porque no puedes obligar a un bebé a aguantar seis horas despierto, ni cinco, ni cuatro. Pues me equivocaba. Mateo se había acostado, prácticamente desde que nació, cada día a las nueve de la noche. El día del vuelo se despertó a las seis para coger el avión, e hizo la siesta fatal durante el vuelo (1 hora frente a las casi tres que duerme normalmente), lo cual lo hacía todo todavía más complicado... pues la cuestión es que llegamos al hotel, bajamos corriendo ala calle para que le diera la luz... y sólo a las seis de la tarde, que son las doce de la noche en España, empezó a dar muestras de ir realmente a dormirse de un momento a otro... así que le dimos de cenar, le bañamos, y a las siete estaba durmiendo. ¡En un sólo día habíamos adelantado cuatro de las seis horas! La mañana siguiente se despertó a las 5 de la mañana (él, que con los cambios de hora en España siempre tardaba una semana en ajustarse...), y cuando le estiramos la actividad de la mañana para que hiciera la siesta ya a su hora normal, no hubo ningún problema. El segundo día se acostó a las nueve de la noche y se despertó a las siete y media de la mañana, que era su horario habitual. Por supuesto, su padre y yo tardamos muuucho más en ajustarnos tan bien al horario... es alucinante cómo aguantan y cómo se adaptan. Mi impresión fue que la luz ayudó muchísimo. Sacadles al sol, aunque sea al de Enero, como nos pasaba a nosotros. Y contad con el agotamiento del viaje y de los cambios para que después de aguantar duerman todas sus horas... pero sobre todo no os preocupéis tanto como yo lo hice. Su cuerpo simplemente se pone en hora con el sol. Y no intentéis adelantarles antes del viaje ninguna hora: nosotros lo intentamos con dos y estuvo casi una semana durmiendo menos porque no alargaba el sueño por la mañana, y sim embargo fijaos cómo llevó después el cambio de 6. Y es que al cambiar esas dos su actividad no iba en consonancia con el mundo. Eso es mucho más importante para su reloj interno de lo que puede parecer, o al menos es lo que me parece a mí después de ver los resultados.