Friday, March 22, 2013

Y a veces, además, nieva...así que tened preparado el trineo

Y no me refiero a que caigan copos durante tres cuartos de hora, como en España, que también pasa de vez en cuando, claro. Me refiero a que, además y más de vez en cuando, cae una de esas nevadas propiamente dichas que no solamente cubren todo el suelo de la ciudad, sino que, evidentemente, también lo hace del de sus enormes parques... y hala. De pronto, en pleno invierno, el que se tenga más a mano se convierte en el plan estrella del día siguiente. Todo el mundo está allí (todos los que tienen hijos, pero también los que no, así que es casi mejor que no caiga en fin de semana, os lo aseguro). Y vosotros no vais a ser los que os lo perdáis, claro.

Y, como os aventuraba en el título del post, sí, la actividad más codiciada los días de nieve es lanzarse en trineo. Aprovechando las mejores  para ello, niños y no tan niños organizan verdaderas pero rápidas colas para deslizarse ladera abajo. El problema es que, si la nevada te pilla desprevenido, puedes encontrarte en pleno parque de atracciones sin saber explicarle a tu hijo por qué él no tiene trineo como los demás. Así que si vais a pasar un invierno completo en Nueva York (un par de buenas nevadas están aseguradas al año, al menos mientras el cambio climático lo permita), hacedme caso y preparaos para la ocasión, que llegará de buen seguro sin avisar:

-Compraos un trineo, claro, que ninguno de los que merece la pena comprar si es para tan pocas ocasiones cuesta más de 15 dólares, conque eso, que la merece. Los baratos, los idóneos para principiantes como nosotros, son básicamente de dos tipos: los de plástico y los hinchables. Los de plástico los he visto en todos lados, aunque que ahora mismo recuerde están el Target de Atlantic,  las tiendas de bricolaje de Court Street (en Brooklyn Heights) y  la juguetería de la séptima avenida con Carroll, una con pinta de todo a cien. Los hinchables sólo se los he visto a la gente, y tienen pinta de venderlos en sitios con cosas de esquí, aunque seguro que en Amazon los tienen (algún día debería escribir una entrada sobre el tema, aunque me da pereza hacerles publicidad. En este país hay muchísimas cosas que sólo venden en Amazon, o al menos que todo el mundo compra allí, es increíble). En fin, que me voy del tema. Los hinchables se parecen a las colchonetas de la playa en su tamaño, aunque tienen asas para agarrarse. Son por tanto para más de una persona, idealmente adultos o niños mayores (aunque, como cae bastante más despacio que los otros, estos últimos suelen inclinarse por el plástico), pero mucha gente con niños muy pequeños lo que hace es tumbarse bocarriba con el niño encima. Como van despacito, suelen tener éxito con los bebés y unañeros. Los de plástico son, al menos la mayoría de los que la gente compra, de tres tipos a su vez: los que son para niños de hasta 3 años, con cinturón y cuerda para tirar de ellos; los tipo "plato", redondos con dos asas a los lados; y los tipo "barca", alargados, para dos personas, colocadas una detrás de la otra. La mayoría de la gente tiene uno de los dos últimos tipos, porque, aunque el crío sea muy pequeño, siempre te puedes tirar con eĺ. Pero la ventaja del primero es que hace posible la otra actividad favorita de los más enanos: ser arrastrados por papá o mamá por los caminos del parque, simplemente paseando, o cogiendo velocidad y llegando a derrapar por el mero placer de hacerlo. Nosotros compramos dos trineos, el de peques y el redondo, con la idea de usar este último nosotros (que esa es otra, si sólo compráis trineo para vuestros hijos os moriréis de envidia, os prevengo desde ya). Mateo al principio sólo quería ser arrastrado, le encantaba, nunca tenía bastante. Tirarse por la ladera le imponía mucho, y se negaba a bajar en su trineo él solo. Pero de pronto probó a bajar en el grande con uno de nosotros... así que resultó una buena decisión, porque para que el enano probara a hacer todo al final hicieron falta los dos. Si vuestro hijo o hija es más valiente que el mío igual con el de peques os basta, pero ya os digo que es una pasada poderles además llevar en trineo por el parque y dejar el carrito en casa.

-Llevadles al parque con pantalones y botas de nieve, para que no acaben tiritando empapados y convirtiéndose todo en una experiencia muy desagradable. Vosotros llevad botas también. Por si no os lo habéis planteado todavía, ya os digo ahora que no hablo de comprar todo esto como un gasto ad hoc para jugar en la nieve, sino que lo tendréis en casa si estáis pasando el invierno allí. Pensad que algunos días son tan fríos que es aconsejable hacerse con unas buenas botas y pantalones de nieve para los niños al principio del invierno de cualquier manera (este último tuvimos diez días seguidos con una máxima de -8, conque os aseguro que resultan muy útil, sobre todo para estar tranquilo si vuestro hijo o hija es de los que no se queja con el frío, como el mío).

-Buscad la ladera apropiada: no vale cualquier cuesta del parque para pasarlo realmente bien. Las laderas sin muchas ramas y con la inclinación perfecta no abundan, y, aunque son fáciles de reconocer si ha nevado mucho porque la gente se acumula en ellas, a veces, cuando la nieve no es tanta, el público escasea más, y si no se conocen de antemano puede resultar difícil hacerse a la idea de dónde puede deslizar bien un trineo. Aquí  tenéis una lista de sitios considerados perfectos para tirarse con el trineo en Brooklyn, si bien me gustaría añadir nuestro propio descubrimiento dentro de Prospect Park, que veo que no aparece en la lista: si entráis por la esquina de la calle 15 con Prospect Park West, y una vez dentro del parque cogéis el camino paralelo a Prospect Park Southwest, pronto llegaréis a una gran ladera, llena de gente si hay suficiente nieve, que es de lo mejor que hemos encontrado nosotros. Os adjunto una foto, para que la reconozcáis, aunque no tiene pérdida si seguís el camino que os decía. La foto es de un día de primavera en la apenas había trineos ni nieve, pero vale para que os hagáis a la idea.

Y básicamente eso es todo. Hacedme caso y preparaos: comprad vuestro/s trineo/s y esperad. Bueno, no, eso no es todo, claro: id dispuestos también a hacer el mejor muñeco de nieve de la historia, a tirárosla a la cabeza o incluso a construir castillos con ella (si vuestros hijos se divierten con la arena, llevad sus cubos y palas, con nieve todo es mucho más divertido). En alguna tienda he visto incluso un cubo para hacer ladrillos de nieve y poderte hacer tu propio igloo... y este invierno ha tenido mucho éxito entre los vecinos del parque. ¡Las opciones no se acaban nunca!